Monday, September 17, 2012

Centipede Hz

Tres años pasaron desde Merriweather Post Pavilion, un disco que no requiere ni presentación. Pero entre los discos solistas de Panda Bear y Avey Tare y mucho otro material de la banda (un single, un EP, un DVD), Animal Collective encontró con qué mantenerse ocupado. Sin embargo, con adelantos y streams del disco entero, la anticipación para el nuevo disco no tardó en hacerse palpable. Es así que Centipede Hz da la bienvenida a Animal Collective a esta nueva década, dónde no parecieron haber tenido muchos problemas en encontrar su lugar.

Animal Collective se impulsa a experimentar tímbricamente, aunque esta motivación se refleje más que nada en un plano rítmico, con tambores africanos acechando cada esquina. El tempo galopante y los grandes estallidos de distorsión van de la mano con la voz elástica de David Portner, quién se apropia de la gran mayoría de las canciones del disco. Ametrallando sílabas y yendo de suspiros dulces a gritos diligentes, Centipede Hz es probablemente el mejor territorio para que Portner demuestre su versatilidad vocal. Abriendo gloriosamente Moonjock, la voz escurridiza da evidencia instantánea de esto, siendo un comienzo más que efectivo. Today’s Supernatural sigue inmediatamente escupiéndonos sin descanso a un viaje distante entre teclados retrasados y terminando con una descarga lunática.

Se habló mucho acerca de un concepto detrás del disco, y muchos teorizan que se trata de una especie de transmisión de radio proveniente del espacio. La banda declaró repetidas veces que se sintieron influenciados imaginándose un sonido de otro mundo, y por cómo sonaría la música en un planeta futurista. Por además, esta hipótesis esta muy influenciada por las especies de codas que conectan a casi todas las canciones con samples y sonidos à la musique concrète. Es Brian Weitz el encargado de extender varios de los temas en interludios muy interesantes, además de ser el motor de Applesauce, uno de los premios del disco.

El regreso de Josh Dibb es un ingrediente que se nota inmediatamente: pasados los inesperados power chords en las primeras canciones del disco, las delicadas cuerdas encuentran su lugar mejor que nunca entre percusiones esqueléticas y teclados florecientes. Dibb se había distanciado de Animal Collective durante el proceso de grabación de Strawberry Jam en 2007, sintiendo que estaba callando su papel como compositor entre las figuras exponenciales que son Portner y Lennox. Este talento se siente fuertemente en Wide Eyed, donde Dibb tiene la oportunidad de sorprender y endulzar sobre una base rítmica repetitiva, por más inseguro que suene por momentos.

Por su lado, Noah Lennox se posiciona insaciablemente en la percusión, como un firme fierro sobre el cual Portner pasa en su montaña rusa. Es en Rosie Oh donde se pone por primera vez detrás del micrófono, pero entre una guerra de volúmenes entre percusiones insistentes y una guitarra aguda intentando encontrar su lugar con pequeños punteos agudos, ni Lennox puede salvarla de descarrilarse y terminando dejando la sensación de conflicto irresuelto. Por suerte, New Town Burnout sí que nos restaura la fe por el Panda Bear que tanto queremos. Siendo una canción que Lennox venía trabajando desde Tomboy, los teclados característicos de ése último trabajo y las percusiones vuelven para dar una sensación de catarsis muy íntima.

New Town Burnout se extiende en un interesante interludio con teclados chocantes, por más que no se le haga justicia cuando se vuelve la base para estrepitosa Monkey Riches. La misma falta de cohesión es la que caracteriza esta desafortunada segunda parte del disco: Mercury Man parece una pesadilla por más humanitario que intente ser el estribillo; Pulleys se acerca a un pacífico rescate emotivo para los fanáticos de discos pre-Merriweather; y finalmente con Amanita, prometiendo ser el cierre glorioso con una estructura hermosísima, aunque termina con coros fraudulentos y sin ningún tipo de resolución.

La producción del disco es un asunto muy conflictivo. La responsabilidad de Ben Allen, quién había hecho un trabajo impecable con Merriweather Post Pavilion, para ser la de mediador entre la locura y saturación armónica impresa sobre las canciones. En vez de acompañar, la producción ahoga esta liberación esforzándose por pulir y separar cada sonido en vez de potenciar el todo mayor que las partes. Se puede llegar a distinguir una concentración compositiva decisiva frente a la textura y a las toneladas de información que las canciones comunican por segundo, enfoque que también colisiona con el montón de trabajo sobre las melodías y el mensaje lírico. Y, a nivel mensaje, esto lleva a pensar de Centipede Hz no sólo como un llamado cósmico, sino también como una exploración esencialista más que una búsqueda.

Llegar a la conclusión que Centipede Hz tiene más que un solo punto de vista puede llegar a sonar más que redundante. Y es que la característica de tener varios lados y enfoques es algo muy común entre todos los discos de Animal Collective, llegando hasta el punto en que es imposible encontrar más de dos personas con una misma canción preferida. Para bien o para mal, Centipede Hz es uno de los discos más caóticos de la banda hasta el momento. Animal Collective da un paso atrás en términos de accesibilidad, para volver a ser de cierta manera esos locos amantes del pop pero con una entusiasmada y viva manera de demostrárnoslo.

#383 - Animal Collective (2012)

Tuesday, September 4, 2012

Mature Themes

Si bien Before Today (2010) fue el primer disco de Ariel Pink’s Haunted Graffiti para muchos, los comienzos de Pink como artista datan de hasta 1996: con menos de 20 años de edad y con más de 300 canciones grabadas en cassettes tirados en su cuarto. Diez años después, Animal Collective lo ayuda a firmar firmar con Paw Records para empezar a editar varios discos de muy baja calidad de grabación. Pero Before Today no solo fue el primer trabajo con una producción decente y una difusión masiva, si no que también fue una carta de presentación para Pink, habiendo grabado y trabajado sobre varias canciones ya editadas por la banda. Mature Themes es su anticipado nuevo disco, prometiendo un regreso a las raíces lo-fi del grupo pero con una producción mucho más madura… y un sonido no tanto.

Este trabajo presenta casi 51 minutos de canciones muy distinguibles, por más olvidables o simplones que puedan ser ciertos momentos alcanzados. Es Kinki Assassin la que abre el disco, con su teclado de celular monofónico y su hipótesis de cómo sonarían los 80’s si no hubieran terminado. Pero Haunted Graffiti raramente opta por un solo género a desfigurar, por lo que los momentos más directos suelen dar una siniestra vuelta, culminando en solos fantasmales (Is This the Best Spot?), o en ridículos coros saturados (Schnitzel Boogie).

La seguidilla de Mature Themes y Only In My Dreams hace de cualquier tipo de burla que la banda este queriendo comunicar acerca del pop radial, uno de los momentos más memorables del disco. Estos parámetros son nuevamente alcanzados al cierre del disco con Baby, cover al pie de la letra del dúo ochentoso Joe & Donnie Emerson, por más que su sutileza estructural limite a esta canción de llegar a ningún lado. Nostradamus & Me es otra novedosa para Pink, quien murmura sobre capas de sintetizadores y una base ambient que perdura hasta los siete minutos y medio.

El resto del disco se encarga de crear un espacio en el que cualquier escepticismo o primera intención alcance la locura, exagerando excentricidades tímbricas o con las letras igualando la honestidad con la burla. En este sentido encontramos canciones como la genialmente ridícula Schnitzel Boogie, equiparada inmediatamente cuando Pink admite que es un ninfómano después de cantar “I’m just a rock’n’roller from Beverly Hills. / My name is Ariel… Pink!” en Symphony of the Nymph.

Mature Themes escapa de la experimentación que su anterior insinuaba, y se entrega de cara al pop melódico. Sin embargo, entre las líricas humorísticas y la intención de hacer del pop una sátira implícita, es muy difícil señalar momentos de honestidad conceptual. Es por eso que existen por lo menos dos maneras de escuchar y analizar el disco: la primera es posicionarse a sí mismo dentro de la ironía. Esto conllevaría tratar al disco como un recorrido histórico del pop, exagerando en cada esquina, y obteniendo un collage de estilos y retro muy distintivo. Este camino también finaliza en un disco al que no hace falta escuchar más de un par de veces para “entender el chiste” y mover con otra cosa. Porque Ariel Pink no se burla y juega con sus palabras como lo hacen otras bandas que utilizan la música como método simplista y popular de generar una sonrisa. Pink llega a encerrar a su propia banda con una conceptualización que sobrepasa los límites del absurdo y, antes que nos demos cuenta, nosotros mismos nos encontramos encerrados y víctimas del chiste.

La segunda manera de escuchar el disco, y la que yo personalmente recomiendo después que el chiste terminó, es la de despojarse de cualquier tipo de ironía implícita o emulación pop, y entregarse directamente a cada canción. Puede ser que sea un punto de vista idealista y hasta contrario a lo que motiva al disco, pero es de esta forma que se alcanza a la admiración de un disco pop desfigurado y convencional dentro de sus propios estándares. Detrás de toda esta fachada inmadura, el talento de Ariel Pink como compositor y visionista pop está más palpable que nunca. Puede que falten momentos en los que esta habilidad sorprenda, como lo hicieron en Before Today, pero solo porque Mature Themes mantenga una línea más redonda no significa que la ambición no esté ahí.

#382 - Ariel Pink's Haunted Graffiti (2012)